El amor está hecho de tres propiedades incondicionales en igual medida: Aceptación, Comprensión, Apreciación. Elimina una d las tres y el triángulo se derrumba.

El amor es un asunto complejo. Las personas en el mundo piensan que conocen todo sobre el amor, variando los grados y manifestaciones del romance, el sexo y la devoción, etc; sin embargo esta noción es mucho más amplia.

El amor incondicional existe y tiene tres lados, un triángulo que lo sostiene.

ACEPTACIÓN INCONDICIONAL

Todos conocemos acerca de la aceptación y el rechazo, no importa cuán equilibrados nos convertimos en la vida, somos siempre susceptibles a la aceptación y al rechazo de nuestras parejas.

Amamos a las personas a través de nuestra total aceptación hacia ellos. La aceptación es algo que va más allá de nosotros, por la divina medida de la gracia, mientras renunciamos a los derechos carnales del juicio. El rechazo mediante el juicio es completamente del reino de Dios, aún si existe también un amor basado en la disciplina que parece rechazo, es decir, amor difícil pero que no es.

La aceptación incondicional corre más allá de las entrañas del corazón, se extiende hacia los alcances más lejanos del corazón. Sólo desde la quietud podemos tener acceso a tan maravilloso ejemplo de la evidente gracia que se transfiere. La vida misma nos la transfiere hacia nosotros de acuerdo a la medida de nuestras acciones.

COMPRENSIÓN INCONDICIONAL

Otro concepto muy profundo es este. Esto es seguramente acerca del perdón, la capacidad de cada uno recibir suficiente paz al momento de extender una sonrisa y brindar la palabra severa.

Esta forma de entendimiento corre más allá del juicio por los temas de gran importancia. Esto involucra a las personas mismas. La comprensión incondicional valora a la persona, independientemente de su ideología, métodos y raciocinio.

Esto pude ser una de las cosas más grandes que pudiéramos alcanzar, pero es justo el punto. No podemos “alcanzar” esa virtud; sólo se nos da esa gracia a través de nuestra devoción a la vida.

APRECIACIÓN INCONDICIONAL

El ánimo real es el peso de la mejor apreciación encontrada y específicamente dirigida. No hay nada como estar animado en formas consideradas.

Cuando la apreciación viene estallando desde dentro de nosotros, y es dirigida con intención y especificidad, otros se sienten bendecidos por nuestra apreciación.

Este don no depende de ningún compromiso, no existe nada atado a esta forma de amar. La apreciación incondicional, de otra manera, el amor espiritual de la apreciación, es la forma propia de Dios.

Por supuesto, en la narrativa occidental, el mayor ejemplo del amor incondicional es la vida, la obediencia, la muerte y la resurrección de Jesús.